Dicen las malas lenguas que en este blog se habla de todo menos de imprenta. Pues a lo mejor hay un punto o veintisiete de razón.
Por eso esta vez vamos a hablar de imprenta, o casi.
La RAE (Real Academia de la Lengua Española) a la que tengo el placer de consultar casi de forma continua, tiene ni más ni menos que 15 entradas o acepciones diferentes para la palabra “tipo”.
Nosotros estamos metidos de lleno en dos de ellas por ser impresores:
Acepción 11: “pieza de la imprenta y de la máquina de escribir en la que está realzada una letra o signo” ¿qué? ¿cómo os quedáis? Pues eso.
Acepción 12: “cada una de las clases de un tipo de imprenta” Clarísimo ¿verdad?
Ahora os lo vamos a aclarar un poco.
Qué es un tipo en imprenta
Se llaman tipos móviles a piezas de metal con forma prismática (de prisma, no vayáis a pensar que son para ver de lejos). Cada pieza contiene una letra o símbolo en relieve, invertido en forma de espejo (para que al grabar sobre el papel se vea del derecho)
¡HOLA, soy un tipo muy duro y busco amigos!
Estos tipos tan curiosos eran la piedra angular de la imprenta hasta hace muy poco. Su invención en Occidente se atribuye al padre de la imprenta, nuestro amigo Gutenberg. Pero (siempre hay un pero) los tipos ya estaban inventados. Hacia el año 1040 un chino -cómo no- sin ser consciente de que 1000 años después todos estaríamos hartos de él y de sus otros compatriotas por cosas tan estupendas como el Covid y Ali Express, le chafó el rollo genial a Gutenberg y los inventó primero. Bi Sheng, nombre del destroza inventos, hizo sus primeros “tipos” de imprenta primero en madera hasta que se dio cuenta de que aquello le duraba menos que una pizza en día de partido y se decidió por cambiar a un material más resistente: la porcelana…china, por supuesto.
Y todo esto surgió de la necesidad y de la vaguería como casi todas las buenas cosas inventadas por el hombre siempre destinadas a trabajar menos. Porque antes del invento de Bi Sheng tanto en Oriente como en Europa se imprimían los textos a partir de planchas de una sola pieza de madera grabadas que eran la matriz de impresión de una página completa. En cuanto se detectaba un solo error en la plancha había que empezar el trabajo completo de nuevo y el currazo que era aquello hizo que la gente se devanase la sesera hasta que Bi Sheng en 1040 y Gutenberg ni más ni menos que 400 años después inventaron los tipos móviles. Como la madera se desgastaba deprisa y la porcelana también caducaba con cierta rapidez, los coreanos que eran astutos como ellos solos, reinventaron el invento chino usando por primera vez el metal.
Y ya estamos ante los tipos de imprenta que se han usado desde 1440 en Occidente hasta que otro vago inventó la imprenta digital, fastidiando a los tipógrafos y otros muchos que vivían de la imprenta de “toda la vida”
Hasta aquí, nuestro blog de imprenta de hoy. No me negaréis que este sí es de imprenta.